Uno de los temas más difíciles de hablar abiertamente en el mundo de los remates inmobiliarios es el de los desalojos, también llamados lanzamientos.

Es importante recordar que un remate es un bien inmueble puesto en venta forzosa para pagar una deuda hipotecaria. Dicha venta proviene de una orden de un juzgado civil tras un proceso judicial.

Esto quiere decir que los antiguos dueños de un inmueble dejan de serlo legalmente. Sin embargo, es muy común que los deudores esperen agotar todas las instancias, legales o no, para no salir de la casa o departamento en cuestión.

El juez pedirá a los inquilinos abandonar el inmueble en disputa una vez terminado el juicio hipotecario. Si los deudores no abandonaran voluntariamente, las autoridades recuperarán la propiedad por la fuerza. Si es necesario, se recurrirá a la fuerza pública.

Una vez entendido esto, tenemos que ser conscientes de varias cuestiones. Los lanzadores NO realizan un servicio, como si se tratara de una mudanza, sino que tienen por objetivo retirar muebles y diversos objetos pertenecientes a un deudor considerado rebelde ante las autoridades. Es decir, en términos generales no están obligados a ser cuidadosos con objetos frágiles o de valor, lo que puede exponer al mismo deudor a pérdidas.

Si bien se intenta que los lanzadores hagan su trabajo de manera ordenada y se realizan inspecciones para evitar robos, no hay un control específico. Se puede realizar un inventario para que el deudor verifique sus pertenencias. Sin embargo, sin un objeto no se escribe en una lista, no se puede responder por él.

Procedimiento

Otra cuestión es que los desahucios suelen programarse temprano, lo que dificulta la movilidad de aquellas personas que son lanzadas.

Como ya se ha dicho, puede ser necesaria la participación de elementos de seguridad durante el proceso. También suele requerirse un cerrajero.

Un desalojo puede evitarse atendiendo los requerimientos previos emitidos desde el juzgado, para no tener los contratiempos o problemas que surgen durante este desagradable procedimiento. Quizá la mejor opción sería cooperar con las autoridades y buscar la mejor alternativa para la reubicación. No es una cuestión fácil de decidir, pero un lanzamiento siempre es una instancia engorrosa y que disgusta. No es para menos, y ciertamente lo preferible es evitarla.

El demandado puede interponer amparos y otros recursos que pueden detener el desalojo, pero lo real es que sólo serán meses de espera y dinero desperdiciado, pues mientras el juicio se haya llevado correctamente ya no hay nada qué hacer para cambiar la resolución final. 

Ahora bien, el comprador de dicho remate debe calcular este gasto, pues saldrá de su bolsillo. Como ya hemos explicado en otros videos y tutoriales, los gastos adicionales a la compra de una cesión, subasta o derecho adjudicatado,  generalmente representan el 25% del valor del inmueble, con todo y los gastos del lanzamiento.